Qué hacer ante la agresividad, los gritos y las amenazas de un adolescente.

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      Cuando tu hijo o hija adolescente te desafía, no respeta los límites, reacciona con agresividad, te falta al respeto, tienes un reto difícil ante ti, no te voy a engañar, seguramente tú ya eres consciente de ello y te sientes desesperada porque, por mucho que lo intentas, es probable que no sepas cómo revertir la situación.

    Esto no significa que la situación no pueda revertirse, pero has de ser consciente que implicará tiempo, perseverancia y la clave estará en cambiar tu comportamiento para cambiar la situación.

    Si, puede sorprenderte que te diga que cambiando tu conducta puedes lograr un cambio en su comportamiento.

    Habitualmente, cuando lo que queremos es que sea nuestro hijo o hija quien cambie su conducta, pensamos que nuestras acciones han de estar dirigidas a hacer aquello que sea necesario para que él o ella cambien. Para ello utilizamos herramientas educativas o simplemente le decimos lo que tiene que hacer.  Sin embargo, cuando los anteriores métodos fracasan es mejor que cambies tú.

    El argumento que fundamenta lo que te digo es el siguiente: para que cambie una relación primero uno mismo ha de cambiar, de esta forma cambia nuestra manera de relacionarnos y, a continuación, el otro o la otra cambia para seguir en la relación.

    Esto que sirve para todas las relaciones es especialmente útil para las relaciones familiares. porque en ellas la vinculación es muy fuerte.

    Así pues, si tienes en casa a un o una adolescente que puede llegar a ser muy agresivo, gritando, amenazando, rompiendo puertas u objetos de tu casa e incluso agrediéndote físicamente, tienes que estar muy centrada y disponer de recursos para saber llevar la situación.

    Para estar centrada te propongo, en primer lugar, entender la situación desde una nueva perspectiva.

    Lo primero que te plantearía es ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

    Generalmente, por lo que me contáis cuando trabajo con vosotras, es que las dificultades empezaron cuando su comportamiento se hizo extraño, tuvo dificultades en los estudios, salió con amistades indeseables, empezó a regresar a casa fuera de las horas estipuladas, tuvo sus primeras incursiones en la bebida o los porros o bien se enganchó a los juegos de ordenador o redes sociales.

    Ante todas estas situaciones la reacción más lógica y natural por tu parte fue poner límites.  Cualquier madre o padre a su forma y manera ha intentado limitar un comportamiento peligroso o no aceptado.

    Desafortunadamente la reacción del adolescente fue negativa haciendo caso omiso a lo que le pedías o bien rebelándose con fuerza. Es decir, no aceptó los límites porque no los comprendió o simplemente no quiso aceptarlos.

    Por tu parte continuaste perseverando en la tarea de limitar su conducta sin conseguirlo eficazmente, paradójicamente, lograbas el efecto contrario dado que su reacción se iba haciendo cada vez más intensa y beligerante.

    Entraste en un círculo vicioso, un “in crescendo” de acción y reacción de reproches, gritos, amenazas y agresividad que te llevó al momento actual.

    Hoy la relación puede estar muy degradada, las reacciones agresivas de tu hijo o hija te desesperan y te parece que no hay salida posible, que si no se da cuenta por él o ella misma y quiere cambiar no va a ser posible reconducir la situación.

        Se trata de lograr darle un golpe de timón y recuperar la buena dirección.   Para ello, justamente en esta historia, tienes una información muy útil para conseguirlo.

    Esta historia, la tuya, está plagada de acciones y comportamientos que no han tenido el resultado que esperabas.   En definitiva, soluciones a las dificultades que te has ido encontrando en la relación con tu hijo o hija adolescente que no solo no han sido eficaces, sino que, con el tiempo, se han convertido en parte del problema y, me atrevo a decir, que también en el problema mismo.

    Porque si continúas aplicando las mismas soluciones obtendrás los mismos resultados ineficaces.

    Así pues, ya sabes porque una solución que no soluciona se convierte en un problema y también puedes ver algo mucho más revelador:  

    Como las dificultades no puedes eliminarlas porque son intrínsecas a la vida solo te quedan las soluciones que, además, están en tu mano y dependen de ti. 

    Esto explica por qué es tan importante que cambies tu comportamiento si quieres cambiar el de tu hijo o hija como decía al principio.

    Sin embargo, a pesar de que este enfoque es más sencillo y evidente, la mayoría de los tratamientos, métodos o recetas que suelen recomendarse para afrontar el comportamiento agresivo de un hijo o hija adolescente se centran en las dificultades, como entenderlas y que podemos hacer para paliarlas o modificarlas mediante métodos educativos, coercitivos, psicoterapéuticos o terapéuticos a secas.  La cual cosa explica, según mi punto de vista, que muchos de ellos se alarguen en el tiempo y no sean eficaces.

    Yo te propongo centrarte en las soluciones que tu aplicas y empezar preguntándote qué problema quieres solucionar y si es un problema que tu tengas posibilidad de solucionar.  

    Lo explicaré con un ejemplo…

    Desgraciadamente, hay adolescentes con el comportamiento descrito que padecen enfermedades o trastornos mentales.  Esta es una circunstancia que, a las familias afectadas les plantea muchas dificultades de convivencia, sin embargo, no podríamos plantearnos solucionar este problema pues la solución no está en su mano sino en la de profesionales psicoterapéuticos o psiquiátricos. En estos casos solo es posible acompañar como padres al adolescente y convivir con la enfermedad.

    Si esta no es tu circunstancia y tu hijo o hija tiene un comportamiento agresivo y desafiante sin llegar al trastorno entonces si has de enfocarte en las soluciones que aplicas puesto que son parte del problema mismo.

    Además, hay otra razón más profunda por la cual las soluciones que aplicas influyen de manera decisiva en las dificultades que presenta tu hijo o hija adolescente: estáis vinculados, como decía al principio…

    Y estar vinculados significa que dependéis el uno del otro, y significa que ese vínculo os aporta a ambos algo que necesitáis.

    Tú estás y estarás en su vida para él o ella y él o ella está y estará para ti.

    De una manera no totalmente satisfactoria, es cierto, pero necesaria…

    A continuación, te aportaré una herramienta que puedas poner en práctica en tu día a día y te ayude a mejorar la relación con tu hijo o hija adolescente.

    Se trata de anotar en una libreta, al final del día, la descripción de la relación con tu hijo o hija adolescente, especialmente de aquellos momentos en los que tenéis las discusiones o enfrentamientos con tu hijo o hija adolescente y que desembocan en agresividad y desafío por su parte.

    Descríbelo de la manera más objetiva posible.  Una técnica que puede ayudarte es describirlo como si fueras espectadora de una obra de teatro, eso te ayudará a ser realmente objetiva. 

    Pon atención en que haces tú, ¿intentas limitar su comportamiento con gritos?  ¿con amenazas? ¿con insistencia? ¿con explicaciones? con consecuencias? ¿con pasividad? ¿escuchándole? ¿callando? 

    Haz una lista de todas tus acciones en esos momentos y en los momentos previos que son tu forma de solucionar este problema.   Podrás ver que normalmente son una cadena enlazada, uno lleva al otro y este al siguiente, su nombre preciso es “escalada”. 

    Proponte romper esa cadena con una acción de salida para no entrar en la escalada.   No sirve cualquier acción, te propongo una acción amorosa como la que sigue en la que le dices:

    “veo que me estoy perdiendo, enfadando, alterando o lo que sea que percibas en ti y no quiero hacerte daño porque te quiero”.  Le das o le envías un beso y te vas. Si logras darle un abrazo será mejor porque lo que contiene son los abrazos, aunque puede ser difícil que lo permita en momentos muy tensos. 

    Puedes añadir alguna frase si te parece demasiado seca esta despedida como:

    “Como te quiero y quiero compartir contigo espero poder calmarme y estar disponible para ti en otro momento.”

    Puede que te sientas falsa porque estas enfadada con su provocación y desafío, en este caso cuando estés sola en tu habituación toma una libreta y escribe todo lo que te salga sin limitarte, durante 3 minutos, después cierra la libreta y no vuelvas a leerlo, deja la libreta para volver escribir en ella en futuras ocasiones. 

       Si quieres más información de cómo funciona una estrategia para aplicar soluciones eficaces y lograr relacionarte de manera armónica con tu hijo o hija adolescente, te animo a que contactes conmigo y concertemos una sesión informativa y sin compromiso.

     También en este y sucesivos artículos y videos voy a aportarte ideas y herramientas que te sean útiles para recuperar la armonía en familia y modificar el comportamiento agresivo de tu hijo o hija adolescente.

    Si quieres concertar la sesión deja tus datos a continuación y te contesto en breve.

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