Cuando te dirijas a tu hijo o hija adolescente distingue siempre el comportamiento, lo que hace o no hace, de la persona.
No es un adolescente desmotivado, en ciertos momentos actúa sin motivación aparente.
No es un adolescente desorientado, se comporta sin un fin en ocasiones
No es un adolescente agresivo, su conducta es agresiva.
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